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CATEQUESIS #2: "Los Niños y Adolescentes Acogemos la semilla de la FE y del AMOR"



Objetivo: conseguir que los niños y adolescentes acojan en su interior la semilla del amor y de la fe  a tal grado que se conviertan en portadores de la Luz  resplandeciente que la fe y el amor encienden en cada cristiano.


Sugerencias Metodológicas:

  1. Prever pliegos de papel bond o cartulinas, plumones, pegamento, tijeras, tirro, etc.
  2. Llevar  ya elaborados varías figuras de semillas, flores, frutos y abejas, para la actividad de compartamos.
  3. La oración final, realizarla en un lugar abierto donde hayan muchas plantas. No olvidar que al momento de hacer la oración, todos deberán tener su plantita en las manos y si es posible una copia de la oración final.
  4. Sacar 4 imágenes del logo propuesto para pegarse en los carteles o si no algunas estampas de la Virgen María.
  5. Tener un cuadro grande con la imagen de la Virgen María o en su caso una imagen en bulto. Prever flores naturales para adornarle.

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Ambientación: Hola amigos misioneros, ya se nos acerca el gran día de nuestro Encuentro!! Pero vamos a continuar con nuestra preparación para que nos encontremos con muchos frutos porque el encuentro es propicio para irradiar y contagiar la fe y el amor arraigado en nuestra alma y en nuestros corazones. Canto: Yo quiero tener un corazón muy grande (pág. 6)

Oración: Señor Jesús permítenos ser tierra buena que resguarde y haga florecer la semilla del amor y de la fe que has puesto en nosotros y que al igual que las abejas llevar el polen de tu amor y la fe a todos los niños que componen este jardín denominado planeta tierra, donde tú eres el dueño. Amén.

Testimonio Misionero: Vamos ahora a mostrar  nuestras semillitas… ah pero si ya son plantitas, que bien! Y con las oraciones? Hemos compartido nuestra fe y nuestro amor con los demás? Wow, ya estamos dando frutos en abundancia.

Semilla Misionera: Escuchando a Jesús, Lucas 8, 15.
Lo que cae en tierra bueno son los que reciben la Palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y perseverando, dan fruto”.

Reflexión: Cada niño, niña o adolecente está llamado a ser tierra buena en el que Jesús tiene a bien sembrar su semilla de amor y de fe, para que nos encarguemos de hacerla crecer y germinar frutos buenos y abundantes. Es por ello que los niños, niñas y adolescentes estamos dispuestos a ser cada vez mas buenos y amables, luchando para acrecentar nuestra fe y amando tanto a nuestros hermanos cercano como a los dispersos por el mundo, y así seamos pregoneros de Dios, un Dios de Amor el cual nos gloriamos de profesar porque nuestra fe en El es tan inmensa como el mar y tan cierta como la vida misma.

Debemos ser «tierra buena» para poder recibir la semilla que Dios nos regala y germinarla para dar frutos del ciento por uno. El evangelio de san Lucas nos ayudará a comprender y hacer vida la Palabra de Dios: «Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a sus constancia» (8, 15). El Papa nos enseña que la mención de la tierra fértil, “es un retrato implícito de la fe de la Virgen María… La Madre del Señor es icono perfecto de la fe, como dice santa Isabel: « Bienaventurada la que ha creído » (Lc 1,45)” LF 58.

Hoy los niños y adolescentes también son llamados Bienaventurados por creer en Dios, quienes acogen la semilla con amor, la cuidan haciéndola crecer siendo perseverantes en su misión al ejemplo de la Madre de Dios, dando frutos que al compartirlos con los demás niños y adolescentes se convierten en transmisores de la Fe y de la Alegría que habita en sus corazones por la presencia de Jesús en sus vidas.

Compartamos: Nos organizamos en cuatro grupos y vamos a elaborar unos carteles donde pegaremos algunas semillas, flores, abejas y frutos de papel. En las semillas escribiremos virtudes y dones, en las flores y frutos bunas acciones y en las abejas los propósitos para producir todos esos frutos. Escribiremos la cita de hoy y pegaremos la imagen de la virgen María (Logo del Encuentro).

Una vez finalizados los carteles, los pegamos en la cartelera de la capilla, en el salón o en el templo, para que otros también puedan recibir las semillas de Fe y Amor, y para que la germinen de den frutos al ciento por uno.

Seremos Misioneros:

  • Haré un examen de conciencia preguntándome en qué momentos he dejado de producir frutos, descuidado mi fe y he faltado el compartirla con los demás. Luego me acercaré al sacramento de la Confesión para volver a ser tierra buena.
  • La semilla que ya planté en el encuentro pasado, la conservaré, pasándola a mi jardín con la ayuda de mis padres o abuelitos, y haré que mis cuidados y amor hagan que dé frutos y que sea un signo de vida en mi hogar.
  • Oraré todos los días por nuestro encuentro, para que junto a la virgen María, todos los niños y adolescentes seamos siempre Bienaventurados por Creer en Dios, compartiendo la alegría del amor.


Oración: Todos hacemos a viva voz este Salmo de la tierra.

Tú me hiciste, Señor, tu tierra abierta con vocación de sementera. Tú, sembrador de belleza y de armonía, sembraste en mí tu amor, tu paz, tu risa. Sembraste tu Palabra, tu fe, tu libertad, tu Eucaristía. Sembraste tu verdad, tu salvación, tu justicia. Sembraste filiación, Resurrección y Vida. ¡Cuánta buena semilla, sembrador de mi tierra regada ya al inicio con agua de bautismo! Por todo, yo te bendigo, Señor.

Tú me hiciste, Señor, tu tierra abierta con vocación de sementera. Ha habido gentes –mi familia, mis amigos, mi grupo- que me han amado bien y han sembrado en mis surcos una amistad sincera, la alegría de vivir, la música y la fiesta, el calor de tu Palabra y el gozo de la fraternidad.

Han dejado caer abiertamente la pasión por la paz, un respeto leal por la naturaleza, un deseo de justicia y de bondad universal a la par de tu Evangelio. ¡Cuánta buena semilla sembrada ya en mi tierra!

Tú me hiciste, Señor, tierra abierta con vocación de sementera. Mas alguien también sembró cizaña que me hace estallar en dolor y me rompe en mil pedazos por dentro. Escarbo aquí, en mi tierra, y también encuentro la mentira, el engaño, la indiferencia amarga y el olvido de Ti...Me encuentro a veces fragmentada, Señor, me encuentro extraña en mi propia tierra, sin dueño, sin sendero por el que ir. Es entonces cuando más necesito volverme para dejarme mirar por Ti, sembrador de mi existencia. Es entonces cuando mi tierra reseca añora tu agua, tus manos de labrador, tu siembra, y vuelvo a recordar que tú me hiciste, Señor, tierra abierta con vocación de sementera.

Hoy vengo ante Ti, sembrado como estoy con mi tierra en las manos, sabiendo que Tú me amas, así, sencillamente, esperando la recogida del verano. Yo sé, Señor, que el tiempo llegará en que Tú mismo arranques mi cizaña para el fuego a recojas mi trigo maduro y dispuesto.

Gracias, mi labrador, mi sembrador, mi dueño. Amén.

Canto: Con la Infancia Misionera (pág. 4)

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